LA MUJER EN EL ROMANCERO

“La mujer en el Romancero”: las que defienden y las que arriesgan su honra.

El tema de la honra es uno de los más debatidos entre los estudiosos de la literatura española. Podemos analizar la honra de la mujer desde tres puntos de vista:
1 – Mujeres no – castas
2 - Virtuosas
3 - Malmaridadas

1Mujeres no castas
En la inmensa mayoría de los casos, la honra femenina es un concepto estrechamente ligado al comportamiento sexual de la mujer, a la noción de castidad, pureza y fidelidad, mientras que en el hombre, el concepto del honor es mucho más amplio. En ciertos casos, la palabra honra aplicada a la mujer viene a ser un eufemismo para expresar la virginidad, el sexo o el goce sexual. En el romance Blancaflor y Filomena, por ejemplo, se usa en los dos sentidos.

Entre las mujeres no- castas se distinguen :
A-Las consentidoras,
B-las seductoras y,
C-las adúlteras.

Por consentidoras de entiende a las mujeres generalmente solteras que se dejan seducir sin dar ellas el primer paso. Aunque no siempre están muy claros los límites entre la sensualidad que podríamos llamar activa y la pasiva. A veces, tampoco se define con claridad el estado de la dama (soltera o casada).
Por regla general, se diría que las doncellas pueden corresponder al deseo varonil sin exponerse a un castigo, ya que la mayoría de los textos tienen un final feliz y/ o exhiben una ausencia de juicio moral.
En cuanto a las adúlteras, sabido es que se las juzga severamente en toda la tradición hispánica. La deshonra recae recae sobre ellas y el resto de la familia, sobre todo el marido y, en general, el castigo para tal afrenta es la muerte infligida por el agraviado. Así, se comprueba en nueve de trece temas (ver tabla).
Por norma general, se permite que las doncellas consientan de un caballero o que las seduzcan, y se las deja gozar de una aventura amorosa sin castigarlas o se las casa tras haber considerado otras opciones. Se juzga severamente a las casadas, que están sometidas a un código del honor mucho más rigurosos y se considera el adulterio como un crimen que se castiga con la muerte, excepto en romances burlescos.
Se perfila es estos relatos el arquetipo de la mujer sensual y seductora, que aparece en la literatura de todos los tiempos y con mucha frecuencia en la medieval. Bénichou afirma que: “esta tendencia del espíritu medieval se comprenderá si se piensa que el tema que nos parece más contrario a la moral aceptada, el de la seducción por una mujer impúdica, tiene la ventaja de mantener al abrigo de las debilidades amorosas al tipo viril; para cierto espíritu feudal la historia de Melisenda, que violenta el lecho del honrado conde, es menos escandalosa que el cuadro de un caballero perdido de amor... la opinión que coloca en el tipo femenino toda debilidad, toda voluptuosidad y toda tentación, para salvar mejor la imagen ideal del sexo fuerte, no ha perdido todos sus adeptos.”1

2- Mujeres virtuosas
Junto a las mujeres no castas, figuran las virtuosas, víctimas del hombre en diferente grado:
Unas se ven sometidas a una prueba de fidelidad por el marido o la suegra, y sobrepasan con éxito ese trance. La prueba de fidelidad es un tópico del folklore europeo y universal y no exclusivamente hispánico.
Otras se ven deshonradas por maridos que las abandonan o las juegan y conceden al vencedor o prometidos que las seducen y abandonan.

3- Malmaridadas
Se conocen cuatro temas de malmaridadas; dos en que la mujer mejora su suerte casándose con un hombre joven, y dos en que la dama se resigna o prefiere la fidelidad a su marido viejo antes que a un pretendiente mozo. El rasgo fundamental de estos relatos es la decrepitud, baja condición y pobreza del marido, opuestas a la belleza y juventud de la esposa. Este fuerte contraste, y en cierto modo injusticia, permite que se realice un desenlace a favor de la mujer, sin que se la considere deshonrada. Como dice un conocido refrán en verso:
“A la mal casada
déle Dios placer,
que la bien casada
no lo ha menester”

En conclusión, a través de esta gama de romances, se perfilan situaciones muy variadas y complejas:
Situaciones en que la imagen de la mujer corresponde al tópico de la literatura con tendencias misóginas, opuesta al varón casto e incorruptible. Desde un punto de vista psicológico, este retrato daría expresión a fantasías y mitos que el hombre tiene frente a la mujer perdidamente amorosa y desenfrenadamente sensual. A veces, este contraste se agudiza por desigualdad social de los dos protagonistas.
Situaciones en que la mujer, modelo de virtud, se ve glorificada y hasta elevada al rango de mártir. Aquí parecen actuar tendencias opuestas, en particular la de considerar al hombre como un ser perverso con apetitos sensuales ilimitados. Se exteriorizan tabúes y temores antiquísimos (incesto, rapto, violación,...).
En un nivel psicológico, actuarían como válvula de escape para deseos nunca expresados, para fantasías y mitos que la mujer tiene frente al hombre y el hombre frente a la mujer. Sin embargo, si se considera que la función esencial del romance sería la de contar y cantar con naturalidad y desenfado un precioso cuanto sin finalidad moral, entonces todo se reduciría a una ficción literaria, a un juego poético.
La actitud del narrador frente a los lances de honra no parece ser dogmática y no se le da a la mujer una tonalidad del todo negativa, aún en los relatos “serios”. El cantor de romances tiene conciencia de que lo que narra es ficticio. Y de allí la universalidad del romancero y sus temas, nunca viejos, siempre nuevos, aún los más arcaicos, con su frescura primera, que parecen acabados de salir de boca del pueblo –poeta.2
1 Bénichou: Romancero, p 75.
2 “La honra femenina en el romancero sefardí” – Oro Anahory – Librowicz. Collège du Vieux – Montréal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario